“Yo nací pájaro… A los 12 años empecé a mirar fotografías de aviones y a recortar fotos. Así empezó mi afición”. Con esa edad Lluís comenzó a construir sus primeros aviones. Entonces eran de caña y papel de periódico… como él dice “eran planeadores”. A esa edad ya quería ser piloto.
“Hubiera querido ser piloto. Esta ha sido toda mi vida mi ilusión. Pero no pudo ser porque vivía en una casa de payés (de campo) y no había dinero. Pensé en hacerme piloto militar, pero tampoco pude porque pedían Bachillerato y yo no lo tenía”.
En los años 60 empezó a hacer maquetas a escala real, algunas incluso las consiguió hacer volar a una altura de ”2 ó 3 metros sobre el campo” y hasta hoy ha construido 3 maquetas y 3 aviones que han volado.
Su primer avión lo construyó en 1966 con el motor de una moto, la madera de un pino que cayó tras una gran nevada, ruedas, chapa y hierro. Actualmente en el Museo de la Ciencia y Técnica de Catalunya tiene dos maquetas que donó: “El Chato”, un caza ruso de la Guerra Civil a escala 1:2, y un avión francés, el primero que sobrevoló el pueblo en 1913. “Le pegaron un tiro pensando que era un extraño pájaro”, cuenta.
En su casa tiene una maqueta de 4,5m de un zeppelin que cuelga del techo del taller en el que pasa su tiempo entre maquetas.