Ya a una corta edad, Grigoraș aprendio a sobreponerse a los reveses de la vida: perdio a su madre cuando tan solo contaba siete anos. A partir de ahi, su padre tomo cartas en el asunto y se encargo de su educacion. Tras terminar la secundaria, Grigoraș decidio trabajar como electricista y, tras graduarse, empezo a trabajar en la planta de caucho sintetico de Onești, una pequena ciudad de casi 40.000 habitantes en el centro norte de Rumania.
Tras darse cuenta de que su eleccion professional inicial no le hacia sentirse realizado, Grigoraș volvio a las clases para estudiar derecho a tiempo parcial. Durante todo este periodo, siguio siendo un empleado fiel de la planta de caucho sintetico durante 35 anos, desde 1971 hasta 2006. Siempre interesado en probar cosas nuevas, Grigoraș tambien trabajo durante un breve periodo como director de una empresa privada en 2006 y ejercio de lider sindical y de concejal en el ayuntamiento.